¡HAY QUE DECIR NO!
Nuestra última entrada la dedicamos al tifón de Filipinas y en los medios de comunicación nos han hablado sobre la violencia sexual contra niños y mujeres que ésta desgracia ha provocado. Hoy queremos dedicar nuestra entrada a hablar sobre ella.
La violencia sexual es una realidad en algunos países y
grupos sociales. Puede presentarse en muchas formas: abuso sexual, acoso,
violación o explotación sexual en la prostitución o la pornografía. Puede
ocurrir en los hogares, instituciones, escuelas, lugares de trabajo, en las
instalaciones dedicadas al viaje y al turismo, dentro de las comunidades o en
contextos de desarrollo y de emergencia.
Cuando ocurren
catástrofes de este tipo como por ejemplo el tifón de Filipinas los
sistemas e protección de la infancia se debilitan e interrumpen y el
desplazamiento y la separación de las familias y las comunidades colocan a las
mujeres y a los niños en mayor riesgo de violencia y abuso. La violencia sexual
puede ser utilizada como método de guerra para brutalizar e infundir miedo a la
población civil.
La historia de la violencia sexual en los conflictos es tan antigua como la
guerra misma. No distingue fronteras, condición étnica, religión ni edad. Un
ejemplo es la población de la República Democrática del Congo, según un informe del Ministerio de Género,
solo en 2012 se reportaron 15.654 casos, un aumento de 52 por ciento en
relación a 2011.
Estos no son solo números. Se trata de niños concebidos en
violaciones y abandonados, y también de mujeres y niñas que día a día soportan
las secuelas físicas y emocionales de semejante agresión.
La violencia sexual en situaciones de guerra, presenta
desafíos únicos pero no es evitable.
UNICEF trata de mejorar los derechos
de las mujeres y los niños de estos países y que los casos sean juzgados y penados para
que no queden en el olvido.
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